La salvación se nos ha dado por pura gracia de Dios. No es algo que merecemos; la podemos tener al reconocer que necesitamos un salvador y que ese salvador es Cristo. La palabra misma nos recuerda en Efesios 2: 1-8 varios puntos claves acerca de la salvación. Comienza estableciendo que es Dios quien nos da la vida. Que nos ama de tal manera que aun estando en nuestros delitos y pecados nos dio vida, y lo repite, por gracia somos salvos. La otra parte en la que me quiero enfocar es que dice por qué nos amó. El amor no deja que nos rindamos hasta lograr que el mensaje llegue. Al entender que la salvación y la vida que tenemos en Cristo es inmerecida, nos ayuda a cumplir el llamado que todos tenemos de llevar el mensaje de Cristo.
La misión principal de la iglesia es llevar el evangelio. Vemos como Jesús al final de Mateo 28:19 les dice que vayan y hagan discípulos de todas las naciones. Ellos fueron discípulos de Cristo y vieron de cerca la gracia, el poder y el amor de Cristo en sus propias vidas. Cuando reciben esa encomienda de parte de Jesús se puede ver como si Jesús les dijera que den de lo que por gracia recibieron. Y aprendemos de Jesús que el proceso de llevar el evangelio es uno donde la gracia y el amor tienen que estar presentes, porque no siempre sentiremos que las personas merezcan de nuestro tiempo y esfuerzo. Jesús en Mateo 10:8 dice “gracia recibiste, dad por gracia”. Esta es una manera de dejarnos saber que lo que vemos indigno de otros, Dios lo vio en nosotros también y aun así nos alcanzó con su gracia y nos llevo hacia Él.
Dar por gracia ese amor que recibimos de Dios, ver con los ojos de Dios, como fuimos vistos por Él y fuimos rescatados, así servir como enlace a que otros también alcancen ese amor de Cristo. Dar por gracia es el llamado que Jesús nos hace porque va a ser difícil que todos aquellos que Dios ponga en nuestro camino se merezcan que hagamos algo por ellos, pero nosotros tampoco lo merecíamos y aun así Dios obró y continúa obrando en nosotros.
Nunca debemos olvidar donde estabamos antes de que Cristo se revelara a nuestras vidas. Debemos siempre andar con el conocimiento de que eso pasó y es olvidado por Dios, que fuimos perdonados y que de esa misma manera Dios puede obrar en otras personas. Debemos recordar siempre que fue por su amor y su misericordia; si nos mantenemos bajo ese mirar, podremos mirar a los demás y simplememente entender que Jesús los ama igual, y que hay que bendecirlos y ayudarlos para que la verdad de Dios se les revele.