“¡Oh Señor, te suplico que oigas mi oración! Escucha las oraciones de aquellos quienes nos deleitamos en darte honra. Te suplico que hoy me concedas éxito y hagas que el rey me dé su favor. Pon en su corazón el deseo de ser bondadoso conmigo». En esos días yo era el copero del rey.” (Nehemías 1:11 NTV)
En el mensaje pasado discutimos la importancia de conocer qué hemos hecho mal delante de Dios. Asimismo, pudimos reconocer cuál es nuestra responsabilidad sobre lo que hicimos o dejamos de hacer cuando dejamos entrar al enemigo a nuestra vida. Por otro lado, afirmamos que Dios nos envía a un mensajero, que podemos ser nosotros o alguien que nos haya hablado del pecado y la salvación con alguien cercano al Rey, quién es Jesús. Y nosotros podemos modelar a Jesús y tener la confianza de nuestro Padre a través de Él.
Hoy quiero hablar de la importancia de la oración y nuestra relación con el Rey. Es más que evidente que Nehemías además de orar por perdón, oró por éxito y gracia delante de los ojos del Rey. Yo entiendo, que así como Nehemías, nosotros también debemos orar para tener éxito y para obtener gracia y bondad de quienes tienen el poder de detener o adelantar la construcción de nuestro proyecto. O sea, antes de reconstruir debemos arrepentirnos de lo malo que hemos hecho y orar a Dios para que Él sea parte del proyecto y toque los corazones de quienes nos ayudarán en el proceso de construcción. Por esta razón, de nuestra relación con Dios, con Jesús y su Espíritu Santo, dependerá nuestra reedificación.
“¿Por qué te ves tan triste? No me parece que estés enfermo; debes estar profundamente angustiado. (Nehemías 2:2 NTV)
Nehemías no tuvo que comenzar la conversación con el rey. El rey le preguntó a Nehemías qué le pasaba al ver su rostro. El rey reconocía que no parecía una enfermedad, y sospechaba que era algo emocional. El rey conocía a Nehemías y era la primera vez que lo veía angustiado. ¿Qué tipo de relación había entre ellos que el rey se preocupaba por lo que estaba pasando Nehemías? Yo sé que había una relación de confianza, ya que Nehemías era el copero. Por lo tanto, Nehemías estaba dispuesto a morir por el rey y el rey confiaba su vida en Nehemías. Si el rey preguntó era porque ya estaba dispuesto a escuchar y ayudar.
¡Qué bonito es saber que Dios también está dispuesto a ayudar a sus hijos en su angustia! Tanto así que envió a su Hijo a morir en una cruz por todos nosotros. El que confía en Jesús como Salvador, sabe que Él está trabajando para eliminar nuestra angustia. Además, sabe que ya tiene vida y vida eterna. La pregunta que me hago al leer estos versículos es: ¿cuál es mi relación con Dios? ¿Estoy dispuesto a dar mi vida por Él? ¿Dios puede confiar en mí? ¿Cuál sería tú respuesta?
Dios es nuestro Rey y tenemos que estar dispuestos a morir por Él. De nuestra relación depende nuestro éxito. Dios sabe lo que nos pasa física, emocional y espiritualmente y suple a nuestras necesidades.Tanto así, que envió a Jesús a la tierra, ese quién murió por amor a nosotros y en obediencia a su Padre. Si nuestra relación es cercana, podemos dar por sentado que Él nos va a preguntar qué puede hacer por nosotros y también nos inquietará a preguntarnos qué podemos hacer nosotros por los demás.
Hoy es el día que podemos mirar a Jesús, decirle que estamos arrepentidos y que queremos estar limpios delante de Él. Hoy podemos afirmar que estamos dispuestos a cargar nuestra propia cruz y morir para que viva Él en nosotros. Si creemos en Jesús, nuestras acciones darán testimonio y nuestra vida será transformada para que Dios sea glorificado en todo lo que hacemos.
Dios nos ama y quiere intervenir para calmar nuestras aflicciones. Nuestro Padre quiere cambiar nuestro rostro triste en un rostro iluminado con su gloria.
¡Dios nos bendiga e ilumine con su amor, poder y gracia!
Con amor,
A. Lamboy
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