“desead como niños recién nacidos, la leche pura de la palabra, para que por ella crezcáis para salvación,”
1 Pedro 2:2 LBLA
La vida del cristiano debe ser una de crecimiento. Dios nos pide que vivamos en santidad y para el ser humano esto se logra en un proceso de aprendizaje y crecimiento. Es mediante la palabra donde podemos adquirir el conocimiento necesario para crecer y el medio por el cual Dios nos corrige y dirige.
Debo admitir que este versículo me hizo pensar mucho. Nos está hablando de desear la palabra como un niño recién nacido desea la leche. Me acuerdo cuando mi hija nació las veces que tuve que parar el carro solo para que su mamá pudiera darle la leche y me acuerdo el desespero en su llanto cuando tenía hambre. Y de esta manera Dios nos dice qué anhelemos su palabra.
Eso me habla a mí de que no se trata de buscar y estudiar por hacerlo, debe haber un hambre en mí, un desespero por estar en su presencia y de estudiar su palabra y que mediante eso pueda crecer como hijo de Dios hacia la salvación.
Otra cosa que me impactó mucho y me llegó mientras analizaba ese pasaje es que el niño llora desesperado por la leche, porque a esa edad no conoce otra alternativa. ¿Por qué a veces no deseamos la leche de la palabra? Por qué hemos dependido de tantas cosas que cuando nos da hambre buscamos satisfacernos con otras cosas y no vamos a la leche (su palabra) que es en verdad la que nos daría los nutrientes que de verdad necesitamos.
Hermanos yo sé que buscamos a Dios con sinceridad y esfuerzo, pienso que a lo que Dios me llama y puedo estar seguro que a todos, es a no conformarme, a poner una pasión nueva cada día de entrar en su palabra, de no permitir que el deseo se pierda según pasan los años que llevemos en el evangelio. Es un buen tiempo para analizarnos y comenzar a anhelar a Dios como nunca antes. Que el deseo principal de nuestro de corazón sea el leer y estudiar su palabra porque la realidad es que nos beneficia a nosotros mismos.
¡Dios les bendiga!
Atte.
Luis
