“Alrededor de la medianoche, Pablo y Silas estaban orando y cantando himnos a Dios, y los demás prisioneros escuchaban.”
Hechos de los Apóstoles 16:25 NTV
Este es un versículo que es muy conocido. Para ver el contexto completo del versículo, unos versículos antes Pablo y Silas fueron arrastrados hasta la plaza, luego de ser acusados frente al magistrado fueron azotados y por último, fueron llevados a la cárcel.
Pero al leer este versículo me pregunté: ¿Por qué Pablo y Silas oraron y adoraron en la cárcel? Esa pregunta es importante, porque me lleva a analizar y entender mas allá de lo que se ve: ellos adoraron. Este análisis nos hace pensar en qué los lleva a eso y aplicarlo. Es cierto que no podemos tener una idea clara, pero pensemos en esto: Luego de pasar por todo eso, ellos lo que entendieron fue que lo que necesitaban era estar en la presencia de Dios. Lo que quiero resaltar es que ellos oraban y adoraban sin saber que el Señor haría que temblara la tierra y que se caerían los cimientos de la cárcel. No se trata de adorar para que pase algo, adoramos porque es donde somos saciados por Dios.
Entonces nosotros debemos entender que la adoración es algo que necesitamos simplemente, porque en esa adoración somos saciados. Y de esa manera no importa si se resuelve alguna situación o no, tenemos las fuerzas para seguir de pie. No adoramos, para que eso obligue a Dios; lo hacemos, porque lo necesitamos de Dios y la adoración nos lleva a su presencia donde nuestra alma es saciada y recibimos fortaleza.
Hermanos, la adoración tiene un requisito y es morir, es poner a Dios sobre ti mismo y poner en segundo plano todo aquello que no sea de Dios. El beneficio de adorarlo es incalculable y Dios, como sabe eso, nos exhorta tanto a que le adoremos. Él sabe que necesitamos estar sumergidos en su presencia.
Dios les bendiga,
Luis
