Primera de Corintios 2:1-16
En el último artículo pudimos reflexionar acerca de la sabiduría. Leímos que las escrituras nos dirigen a enfocarnos en buscar la sabiduría que viene de Dios. En el capítulo 2 de 1 de Corintios, Pablo continúa hablándonos sobre esa sabiduría. Nos sigue enfatizando acerca de la diferencia que hay entre la sabiduría humana y la sabiduría de Dios. Él lo recalca en su mensaje a la iglesia de Corintios la primera vez que los vio, diciéndoles que había decidido depender solo del Espíritu Santo y no de mensajes elevados e ingeniosos. Eso nos enseña que podemos alcanzar la sabiduría de Dios, conocer los misterios de Dios y conocer el plan de Dios para nosotros. La pregunta es ¿cómo podemos alcanzar esa meta? Ya conocimos en el artículo anterior, cuál es la verdadera sabiduría. Hoy en el segundo capítulo, nos da el medio por el cual la podemos adquirir. Pablo nos aclara que el Espíritu Santo, que habita en nosotros cuando aceptamos a Jesucristo como nuestro único y verdadero salvador, es quien nos revela el sentir de Dios.
Al estudiar lo que Pablo nos habla del Espíritu Santo, me puso a pensar en lo que dice Jesús en Juan 16:6-8 cuando dijo que era necesario que Él se fuera para que llegara el Consolador (el Espíritu Santo), por qué nos convencería de pecado, de justicia y de juicio. Básicamente, mientras Jesús estuvo en la tierra la gente acudía a él para sabiduría, para saber el camino y escuchar el mensaje de Dios. Si nos enfocamos en los apóstoles, ellos eran los más cercanos a Jesús y Él les hacía entender muchas cosas o les revelaba el significado y los misterios escondidos en las parábolas que decía a la gente. Cuando leemos las escrituras en Marcos 4: 34, Jesús enseñaba en parábolas y sus discípulos no entendían, pero a ellos Jesús les explicaba todo cuando estaban a solas. Eso me hace reflexionar que en la cercanía con Jesús podían recibir de una manera más clara el mensaje de Dios. Al Jesús decir que nos dejaría al Consolador, me hace entender que era para que de manera individual cumpliera esa función de enseñarnos el camino hacia Dios. El Espíritu Santo habita en nosotros y es importante reconocer su voz, ya que es él quien nos revela nuestro pecado, nos dirige y nos enseña que debemos hacer o evitar. También nos dirige en el proceso de evangelizar y hablarle a otros de Jesús. El mismo Pablo dice que dependía del Espíritu Santo y no necesariamente en el conocimiento que él había adquirido en sus estudios y experiencia. Es mejor dejarnos llevar por la dirección del Espíritu Santo, el consolador que Jesús nos envió para estar con nosotros y enseñarnos la sabiduría verdadera.
Pablo termina este capítulo explicando la importancia de que seamos espirituales, porque de esa manera podemos evaluar las cosas, y porque los que no son, no podrán entender las verdades de parte del Espíritu Santo. Pablo nos da el ejemplo explicando que, así como nadie puede conocer los pensamientos de una persona excepto ella misma, igual pasa con los pensamientos de Dios, que solo los puede conocer el Espíritu Santo. Así que si no has aceptado a Jesús como tu único salvador ¿qué estas esperando? ¡Dile yo quiero conocer tu sabiduría y quiero hacer tu voluntad!
Aquellos que hemos aceptado su sacrificio y la liberación de nuestros pecados, qué bueno es saber que tenemos al Espíritu Santo siempre con nosotros. Aprendamos y pidamos a Dios que cada día sepamos escuchar su voz y dejarnos guiar por Él a través del Espíritu Santo, y así entender más de Dios y su sabiduría.
¡Que Dios te bendiga de una manera increíble y te haga entender su amor por ti!
Atentamente, Luis