Tema: ¿Dios es injusto o nosotros somos hipócritas?

Parte 2

Libro de Jonás

      En los artículos anteriores podemos observar que Dios nos ama y que sus acciones siempre van encaminadas a salvar al que está en peligro de muerte. Sin embargo, el ser humano no necesariamente puede entender la manera en que Dios realiza su obra, porque probablemente no tiene la misma visión de salvar a otros. En especial cuando esa persona, según él, no lo merece. 

      No me malinterprete, hay personas que han dado su vida para salvar a otros. Por ejemplo, muchos servidores públicos y privados, soldados y familiares han dado su vida para salvar a otros como parte de su deber o por amor. Lo que quiero señalar es que probablemente esas mismas personas no hubieran dado su vida intencionalmente para salvar a quien les ha hecho algún daño o a una persona que les esté disparando en ese momento. En un enfrentamiento con el enemigo, por sentido común, no te sacrificas por él, más bien tratas de neutralizar el ataque de alguna manera. Por ejemplo: lo confrontas o te retiras. 

      Cuando pienso en eso reflexiono que Dios no opera de esa manera y que Jesús no lo hizo así. Nuestro Padre y nuestro Salvador Jesucristo no están a nuestro nivel limitado de pensamiento y no trabajan, ni aman de la misma manera que tú y yo lo hacemos. Dios envió a su hijo y Jesús su hijo murió por todos incluyendo a quienes metieron una lanza en su costado.  En otras palabras, Dios nos ama a todos por igual y nosotros escogemos a quien amar. 

      Miren a Jonás, él no era un hombre malo. Jonás era un fiel seguidor de Dios y de sus leyes. Era tan bueno y fiel a Dios que había una comunicación directa entre ellos. En el capítulo 1 del libro de Jonás Dios le dice “Levántate y ve a Nínive, aquella gran Ciudad, y pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de mí.” Usted pensaría que Jonás el profeta y fiel siervo de Dios iría directo a Nínive y le diría a la ciudad todo lo que Dios le mandó. Pues no fue así, Jonás se levantó y huyó hacia el lado contrario porque no quería ir a Nínive.

      Tengo que admitir que teniendo la misma experiencia traumática que Jonás tuvo con el pueblo de Nínive yo hubiera hecho lo mismo o hasta algo peor. Yo criticaba a Jonás porque, teniendo la oportunidad de escuchar a Dios directamente y tener la oportunidad de saber la voluntad de Dios para él, desobedeció. Lo que me hace ser hipócrita porque a mí Dios me ha pedido menos y yo no he obedecido. Quizás no me ha hablado directamente, pero me ha hablado a través de su palabra y predicadores muy convincentemente, y aún así, yo he divagado en hacer su voluntad. 

      Cuando uno no sigue la voluntad de Dios vive consecuencias que no necesariamente había que vivir. El desviarse trae dolor, frustración, miedo, tristeza, indecisión y hasta muerte. El problema es que no solo trae consecuencias a tu vida, sino también a la gente alrededor tuyo. La buena noticia es que si amas a Dios, Él hará que al final todo obre para bien. Jonás se había “escapado” de la presencia de Dios al desobedecer y eso le trajo consecuencias a él y a quienes estaban a su alrededor. 

     Mientras Jonás se dirigía en barco para Tarsis hubo una tormenta en el mar y amenazaba con hundir el barco y a la tribulación. Cuándo Jonás confiesa el poder de Dios a los hombres que estaban junto a Él, ellos comienzan a clamar a Dios. Antes no clamaban a Dios, sino a otros dioses, pero ahora claman al Dios verdadero. Luego de pasar los tres días en el vientre del pez Jonás se arrepiente y decide hacer la voluntad de Dios. El pueblo de Nínive se arrepiente y es salvado porque clama a Dios y deja de hacer el mal delante de Él. 

     Cualquiera pensaría que Jonás se alegraría de la bondad de Dios y de que un pueblo malo se arrepintiera y dejara de maltratar, violar y matar a otros, pero Jonás se molestó porque entendía que lo justo sería que Nínive pereciera. Seamos honestos, ¿quién conoce más la Justicia, Dios o el hombre? Si pensamos humanamente no vamos a reconocer la justicia de Dios pensando en la nuestra. 

      Dios al final del libro de Jonás le enseña al profeta, a través de una calabacera, que podemos amar a alguien o algo sin haberlo creado, ni trabajado para su cuidado y aun así sentirnos mal si perece. Dios nos está ahora preguntando ¿cuánto más el creador ama a su creación y sufre cuando perece? 

      Yo no sé si te identificas con Jonás o si te identificas con Nínive, pero sé que Dios te ama igual y siempre buscará salvarte y restituir su relación contigo. La decisión está en tus manos. Tanto Jonas como Nínive antes de ser salvados de la muerte se arrepintieron de su desobediencia. Si quieres ser salvo, arrepiéntete de hacer mal delante de Dios. Arrepiéntete de ser desobediente a su voluntad. Acepta que Jesucristo murió por ti y Dios te perdonará y escribirá tu nombre en el libro de la vida, porque te ama más de lo que tu mente limitada podrá entender. 

¡Qué Dios te bendiga y dirija!

Con amor,

A. Lamboy

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