“No juzguéis para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis, seréis juzgados; y con la medida con que midáis, se os medirá. ¿Y por qué miras la mota que está en el ojo de tu hermano, y no te das cuenta de la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo puedes decir a tu hermano: «Déjame sacarte la mota del ojo», cuando la viga está en tu ojo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás con claridad para sacar la mota del ojo de tu hermano.”
Mateo 7:1-5
Hoy quisiera compartir algo que hace solo unos días el Espíritu Santo me confrontó. Una realidad es que el ser humano cae fácilmente en juzgar a los demás. Pero muchas veces este acto de nuestra parte está fuera de balance, porque falta un detalle importante, fallamos en mirarnos a nosotros mismos. La biblia nos enseña que nos debemos corregir los unos a los otros en amor. Pero aquí vemos un ingrediente importante para que podamos de verdad ayudar a nuestros hermanos.
La verdad es que el mejor evangelio es predicado cuando vivimos entendiendo que somos imperfectos y vivimos en una sincera relación con el padre y mediante esa relación caminamos de la mejor forma que podemos. Cuando solo miramos a los demás y sus imperfecciones y rápido le citamos la biblia nada logramos si no somos capaces de citar esa misma palabra para nuestras imperfecciones. La mejor manera de llevar a otros a la salvación no es con solo citarle la biblia es que ellos vean la biblia reflejada en tu vida.
Quiero ser de bendición para otros, quiero ser un mensajero del evangelio y de la palabra de Cristo. Pues, tengo que ser capaz de mirarme en el espejo y trabajar constantemente para que mi vida sea la mejor carta de presentación para el evangelio, que mi vida sea reflejo de que Dios reina de verdad en mi vida. De esa manera voy a poder mirar a los demás en una medida correcta, de gracia y misericordia sabiendo que esa es la medida con la que yo también soy juzgado por Dios.
Qué bueno es tener la palabra que nos abre los ojos y nos hace entender. Jesus nos dice que según midamos a los demás seremos medidos, y me hizo ver una realidad y es que muchas veces esperamos tanto de los demás que cuando no cumplen los juzgamos. Pero pocas veces vemos cuando nosotros no cumplimos. Un esposo puede medir por ciertas cosas a sus esposa y si no las cumple puede llegar a concluir que es una mala esposa, pero piensa el esposo en lo que espera su esposa y si él cumple con esas expectativas.
Muchas veces nuestra intención no es mala, tenemos el corazón y el deseo genuino de ayudar a alguien. Pero qué punto importante nos da Dios al final del versículo, no podemos ver claramente la viga en el ojo de los demás si primero no trabajamos con nuestra propia viga. Si seguimos el consejo y nos concentramos en mirarnos a nosotros mismos y ver qué cosas Dios quiere trabajar en nosotros, podremos ser de bendición a otros. En este sentido no es ser egoístas, al contrario, es buscar que nuesros ojos sean abiertos de verdad para poder llevar a otros a que también puedan ver la verdad del evangelio en sus vidas y que alcancen la salvación y sus vidas cambien.
Hermanos les invito a que como yo he tenido que hacer, te mires y le pidamos a Dios que cada día nos ayude a quitar nuestras propias vigas de nuestros ojos, que podamos ver nosotros más claro el evangelio y que en esa medida de gracia podamos llevar a otros que tal vez la viga que tienen en sus ojos es una que ya pudimos remover de nuestra vida.
Att.
Luis
