Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído. (Hechos 4 19-20)
Estas declaraciones fueron hechas por Pedro y Juan, discípulos de Jesús, luego de ser arrestados y puestos en la cárcel por predicar el evangelio de Jesús. Yo me pregunto si muchos de nosotros estaremos dispuestos a ir a la cárcel por predicar o vivir el evangelio de Jesús.
Yo no sé tú, pero yo viendo la acción de Pedro y Juan me pregunté: ¿Cómo es posible que por sanar un enfermo en el nombre de Jesús fueron interrogados? O sea por dar un beneficio a un hombre enfermo, fueron presos y luego interrogados. La pregunta no fue qué hicieron. La pregunta fue en qué nombre lo hicieron. O sea, el problema no fue la sanidad, el problema era que los discípulos creían en Jesús y los sacerdotes no creían en Él.
Pedro declara frente a los gobernantes del pueblo y ancianos de Israel: “sea notorio que a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano”
¡Increible! Dos hombres están en un juicio por un hombre que estaba enfermo y se sanó gracias al nombre de Jesús. A mí no me sorprende el juicio debido a la época y el contexto cultural en que ocurren estos hechos. A mí me sorprende que dos hombres, que para la gente no eran estudiosos o de buena educación, hablaran con tanta fluidez y convicción.
Luego comprendí, por lo que dice en el versículo 13 de este capítulo, que hablaron con inteligencia y convicción por lo que habían oído y visto estando con Jesús.
En otras palabras caminar junto a Jesús les dio la capacidad, en medio de un juicio, de hablar con inteligencia y convicción, porque tenían una experiencia y una relación cercana con el Señor Jesús.
En el versículo 15 y 16 de este capítulo, los sacerdotes asombrados y viendo que no tenían nada contra ellos, les mandaron a salir de su presencia y reunidos se preguntaban qué hacer con Pedro y Juan. Los sacerdotes y gobernantes no podían negar que:
1- Se había sanado un hombre en el nombre de Jesús.
2- 5,000 hombres habían oído y creído en Jesús a través de Pedro y Juan.
3- Dos hombres que para muchos no eran educados, hablaban educada e inteligentemente.
Por esta razón, en secreto y sin que el pueblo tuviese parte, se reunieron y planificaron amenazar e intimidar a Pedro y Juan para que no hablaran más de Jesús y así evitar que el pueblo siguiera creyendo en Él. (Hechos 4:17-18)
Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído. (Hechos 4 19-20)
Al oír esto los sacerdotes les amenazaron y soltaron, porque no hallaron ningún modo para castigarlos. O sea, ellos buscaron la manera de castigarlos. No pudieron hacerlo, porque el pueblo glorificaba a Dios por lo que se había hecho en aquel hombre enfermo que tenía más de 40 años.
Usted se preguntará: ¿para qué me sirve eso ahora? Si yo puedo hablar de Jesús y mi convicción en Él sin problemas. “Yo vivo en un país libre.”
Mi respuesta es que hoy día estamos acostumbrados a vivir en una sociedad donde podemos ir a la iglesia, adorar y escuchar la palabra de Dios sin tener que escondernos. Gloria a Dios por esa bendición, pero no es así en todo lugar y honestamente no creo que seguirá así por siempre.
Recordemos que hoy día poco a poco estamos más lejos de la voluntad de Dios como Nación y hay muchas personas que están llegando a posiciones de poder que no creen en Jesús, así como no creían los sacerdotes y sumos sacerdotes en la época de Pedro y Juan. Esa gente que ponemos en el poder que no creen en Jesús, en algún momento estarán en la misma posición de estos sacerdotes.
Hay gente que piensa que como vivimos en Estados Unidos jamás nos tirarán piedras hasta matarnos por ser creyentes de Jesús y entiendo que en parte tienen razón. Digo esto porque no será necesario tirarnos piedras.
La persecución de la iglesia comenzará con leyes disfrazadas de unidad, para obligar al creyente a aceptar algo que entiende está fuera de la voluntad de Dios. Esas personas que pondremos en esas posiciones de crear y firmar leyes, son las que tendrán el poder para llevar a cabo esta persecución. Usted dirá pero y ¿que de la libre expresión, libertad de religión, etc.? Yo les pregunto ¿acaso la libertad de expresión no está siendo coartada hoy día? ¿Acaso un grupo no tiene mayor voz en los medios y la política que otros? ¿Acaso no han intentado obligar a personas a hacer algo en contra de sus creencias tildándolo de discriminación? ¿Acaso hoy día diferir no se trata de opinión, sino de odio? Queremos vivir de una manera y obligar a otros a que hagan lo que yo quiero porque así lo quiero. Entre otras cosas.
¿No se han dado cuenta de que hay grupos que desean libertad oprimiendo a otros? ¿No se han dado cuenta de que hay grupos que buscan justicia, siendo injustos? ¿Acaso no se han dado cuenta de que estamos siendo juzgados en la opinión pública y que a escondidas se reúnen para ver cómo callar a quienes piensan diferente y en específico a quienes creen en Jesús como Salvador?
Hoy día el creyente no obliga a creer, pero sin embargo muchos quieren obligar a un creyente a hacer algo que no cree que es correcto hacer. Ese creyente no hace nada malo en contra de la ley o de alguien que no cree igual que él, pero hacen juicio en la corte o en la opinión pública en su contra. Hoy día todavía existe la libertad de expresión, la libertad de religión y otros beneficios. ¿Crees que esto durará para siempre? ¡Cuidado!
Te hago esta última pregunta: ¿Tú también estarás dispuesto a obedecer a Dios antes que a los hombres?
Si estás dispuesto debemos orar, buscar su palabra y tener una relación con Jesús, para que al igual que a Pedro y a Juan, nos ayude y enseñe a ser educados, inteligentes, comprometidos en el evangelio de Jesús. También que esa relación nos permita tener esa verdadera convicción que aun enfrentando un juicio podamos poner el nombre de Jesús primero que a nosotros y que la nación pueda glorificar a Dios en la obra que se haya hecho.
De verdad que no escribo estas cosas para asustar a nadie, más bien las escribo porque sé que todos necesitamos más de Jesús. Todos necesitamos al Espíritu Santo y debemos orar para que Dios extienda su mano y podamos hablar con denuedo de su palabra, sanar y hacer señales en el nombre de su Santo Hijo Jesús.
Si aún no le has dado tu corazón a Jesús, te invito a que dondequiera que estés hables con Él y le digas que quieres que entre en tu vida. Dile que lo reconoces como Salvador y que sabes que en Él tienes el perdón de pecados y la vida eterna. Dile que quieres aprender más de Él cada día y Él te enseñará el camino a la verdad y la vida que te llevará al Padre.
¡Dios te bendiga!
Con mucho amor,
A. Lamboy
