Tema: Dios prometió restablecer y dar paz a su pueblo.

Ustedes esperan luchar contra los babilonios pero los hombres de esta ciudad ya están como muertos, porque en mi terrible enojo he decidido destruirlos. Los abandoné debido a toda su perversidad. »Sin embargo, llegará el día en que sanaré las heridas de Jerusalén y le daré prosperidad y verdadera paz. Restableceré el bienestar de Judá e Israel y reconstruiré sus ciudades. Los limpiaré de sus pecados contra mí y perdonaré todos sus pecados de rebelión. ¡Entonces esta ciudad me traerá gozo, gloria y honra ante todas las naciones de la tierra! ¡Ellas verán todo el bien que hago a mi pueblo y temblarán de asombro al ver la paz y prosperidad que le doy! (Jeremías 33:5‭-‬9 NTV)

En el libro de Jeremías se establece una polémica debido a la desobediencia del pueblo de Israel. Desde sus líderes políticos y religiosos, hasta la gente común le había dado la espalda a Dios. “Mi pueblo me ha dado la espalda y no quiere regresar. A pesar de que les he enseñado con diligencia, no aceptaron la instrucción ni obedecieron.” (Jeremías 32:33 NTV) Las consecuencias de sus acciones los llevó a estar rodeados, atacados y conquistados por el enemigo. 

En muchas ocasiones se piensa que Dios es un juez injusto y que todos tienen que hacer las cosas como Él las dice, porque si no, los destruirá. Pero seamos sinceros y reconozcamos que en efecto cuando no hacemos las cosas que Dios nos dice que hagamos, nos estamos destruyendo a nosotros mismos. Es más que claro que Dios quiere lo mejor para nosotros y por esa razón no debe librarnos de las consecuencias del pecado. De hacerlo, entonces no conoceríamos, ni viviríamos las consecuencias de hacer el mal. Si no hubiera consecuencias, no podríamos arrepentirnos, cambiar y regresar a Él. 

Pues el Señor disciplina a los que ama y castiga a todo el que recibe como hijo». (Hebreos 12:6 NTV) Cuando Dios permite que el enemigo ataque y suframos las consecuencias, es porque ya nosotros  habíamos permitido que el enemigo nos rodeara debido a nuestras malas decisiones, acciones y deseos. Sí leemos las escrituras, podemos entender que Dios lo que quiere para nosotros es que vivamos en paz, prosperidad y sanidad. Dios se glorifica cuando su pueblo vive sano, próspero y en paz. Para lograr vivir así necesitamos a nuestro Padre. 

Un padre que ama dirige a su hijo e hija hacia el bien. Sabiendo que hacer el mal trae consecuencias negativas a la vida de sus hijos y a la de los demás integrantes de la sociedad. Cuando obedecemos a nuestros padres, siempre y cuando nuestros padres sean obedientes a Dios, seremos bendecidos. “Hijos, obedezcan a sus padres porque ustedes pertenecen al Señor, pues esto es lo correcto. «Honra a tu padre y a tu madre». Ese es el primer mandamiento que contiene una promesa: si honras a tu padre y a tu madre, «te irá bien y tendrás una larga vida en la tierra». Padres, no hagan enojar a sus hijos con la forma en que los tratan. Más bien, críenlos con la disciplina e instrucción que proviene del Señor.” (Efesios 6:1‭-‬4 NTV)

Dios, así como un padre, también se molesta y se desilusiona cuando sus hijos no obedecen su palabra. Él sabe que la desobediencia trae enfermedades, heridas, pobreza, tristeza, infelicidad y muerte. La buena noticia es que, a pesar de que todavía hoy muchos le siguen dando la espalda, Dios prometió que sanaría a su pueblo, lo haría próspero y traería la verdadera paz. Y Dios lo ha cumplido, »Pues Dios amó tanto al mundo que dio a su único Hijo, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él.” (Juan 3:16‭-‬17 NTV)

Así que todo aquel que acepte a Jesucristo como único Salvador, Dios los ha llamado hijo e hija y les ha entregado la verdadera paz, la verdadera prosperidad y la verdadera sanidad de su alma. Hermanos, lo podemos tener todo en este mundo, pero sin Jesús no tenemos nada. Podemos no tener nada en este mundo, pero teniendo a Jesús lo tenemos todo. Dios es un Dios justo y provee lo necesario a sus hijos. 

Dios nos bendiga y nos ayude a ser obedientes para que seamos bendecidos y nuestros días sean alargados. 

Con amor,

A Lamboy

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