Nadie es perfecto, ciertamente yo no soy perfecto. En efecto, Jesús dijo: “¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino solo uno, Dios.” (S. Marcos 10:18 RVR1960) Pues en esa frase estoy yo incluido. Yo no soy bueno y por esa razón, le entregué mi vida a Jesús. Yo estoy y sigo arrepentido de mi maldad. Cada día separo un momento para confesar y pedir perdón.
Yo, quien escribe acerca de Jesús, no soy perfecto. Si alguna vez he dado la impresión de creerme superior a ustedes pues hoy aclaro que no lo soy. Tampoco lo eran Pedro, Juan, Mateo, Pablo, etc. Admito que tampoco me considero igual a los discípulos y apóstoles, porque ellos murieron a consecuencia de su fe en Cristo y yo todavía no he experimentado ese tipo de amenazas por mi creencia en Él. Llegará su momento y espero estar preparado, pero no me puedo comparar.
También confieso que me he equivocado y he tenido que enfrentar las consecuencias.
Incluso, pienso que hasta mis escritos en ocasiones, sin querer, se pueden mal interpretar dando un mensaje diferente a lo que yo entendía que Dios quería hablar. Por ejemplo, en uno de los artículos que yo escribí, se me ha quedado una espina por la interpretación que se le pudo dar. En el artículo, Seamos imitadores de la Luz Verdadera, hablé sobre la importancia de nuestras acciones sobre nuestras palabras, para que así como Jesús lo fue, también nosotros pudiéramos ser luz en medio de la oscuridad.
Lamentablemente traté de ejemplificar ese planteamiento con una persona que va casa por casa hablando de Jesús, pero la gente no le hace caso, porque no le conoce o porque se siente juzgada por él. Enfocándose en que la gente puede llegar a nosotros por lo que Dios hace a través de nosotros por medio del Espíritu Santo. Y que cómo la gente buscaba a Jesús, también buscaría de nosotros al conocer que verdaderamente Cristo nos cambió y somos diferentes. Pero tristemente, se pudo interpretar como que no se debe salir a la calle a predicar el evangelio y esperar a que la gente llegue a nosotros.
Todos debemos saber que el mandato de Dios es que prediquemos el evangelio de Jesucristo a toda creatura y en todos los confines de la tierra. O sea, es un error pensar que solo debemos esperar a que lleguen a nosotros. El mismo Jesús caminó de lugar en lugar para llevar el mensaje de salvación. Yo solo quería que entendiéramos que el ejemplo, las obras y los frutos hacen que la gente pueda ver que en medio de las dificultades hay luz en las personas que aman a Dios sobre todas las cosas. Y así puedan querer y desear buscar lo que tenemos como hijos de Dios.
Así que, por favor perdonen si alguno de mis escritos los ha molestado o confundido. Recuerden siempre leer la biblia y orar. Eso les ayudará a tomar lo bueno y rechazar lo malo. Escribo este artículo, porque aparentemente puedo hacer sentir a la gente que yo me creo superior a los demás y eso está muy lejos de la verdad. Yo soy igual y quizás en ocasiones me siento menos, pero Jesús es superior a todos. Y gracias a Él yo soy libre y feliz, aun en medio de las dificultades. ¡Yo sé que mi redentor vive!
Con esto quiero decirles que no soy superior a ninguno de ustedes y que solo Jesús restaura, perdona, sana y salva.
Ahora bien, Jesús sí es perfecto y a través de Él, cada día podemos ir mejorando y limpiándonos de lo que nos daña el cuerpo y el Espíritu. Así que exhorto a cada persona a buscar de Jesús y como yo, reconocer que no hay nadie bueno en su propia humanidad y que solo a través de Jesús podemos ser perdonados y restaurados en la verdad.
Hay algo de lo que me siento muy seguro y ese algo es que Dios nos ama y nos lo demuestra cada nuevo día. Dios nos envió a su hijo y su hijo Jesús dio su vida por nosotros. Todo con la intención de que pudiéramos reconocer su amor y así reconocer que gracias a Él podemos encontrar el camino que nos lleva a lo verdadero y a la luz que nos mantiene en ese camino, para que vivamos la mejor vida. Una vida abundante y eterna.
¡Dios te bendiga!
Con humildad y amor,
A. Lamboy
