Poco a poco se está tratando de callar a las personas que predican de Jesús. Con la excusa de que las palabras que Jesús dijo son de odio y división. Otra de las razones que ciertos individuos dan, es que Jesús podía decir lo que dijo, porque Él sí era perfecto, pero nadie más lo es. Otros grupos dicen que Jesús “le tiró” a los del templo y que su crítica fue a los religiosos y no a los pecadores.
Como siempre, se debe hacer un balance de las cosas. Las personas no hablan de todo lo que dijo Jesús, sólo hablan lo que les agrada y complace. Tanto los religiosos, que se creen más espirituales que los demás, usan lo que quieren de las escrituras, como aquellos creyentes, cristianos y no cristianos que solo buscan hablar de la gracia, para no ser confrontados con la verdad (Jesús). Ninguno de los dos hace un balance entre la gracia y la obediencia.
Jesús dijo que solo uno era bueno, solo Dios, pues nadie debe pensar que es bueno. De hecho, por eso Jesús murió, para que aún siendo malos, en Él pudiéramos alcanzar la salvación. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. (Romanos 5:8 RVR1960)
De hecho, Juan hace énfasis en que Jesús no vino al mundo a condenar, sino a salvar. “Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.” (S. Juan 3:17 RVR1960) Así que un religioso que se crea perfecto y condene a los demás por ser imperfectos, no está en la misma página que Jesús. Puede que hable de la verdad, pero no la sigue y se cree merecedor de su salvación. Por lo tanto, no está agradando a Dios, ni a su Hijo. Jesús, en la parábola del fariseo y el publicano lo explica muy bien. (Leer en Lucas 18: 9-14 RV1960.)
Necesitamos reconocer que no somos buenos y debemos ser humildes en la presencia de Dios. Cuando yo digo con seguridad que soy ciudadano del reino porque tengo la verdad absoluta. Hablo de Jesús, porque Él dijo que es el camino, la verdad y la vida. Así que no es que yo sea perfecto, o que yo como hombre soy la verdad, es que a quien tengo en mi corazón si es perfecto y sí es la verdad.
Por eso creo que es importante tener un balance y ser capaces de entender que la gracia de Dios es dada a través de su Hijo y que nosotros al reconocerlo y confesarlo como nuestro salvador ya pasamos de ser criaturas hechas por Dios, a ser Hijos de Dios. De ladrones condenados a muerte a ser Hijos de Dios sentenciados a vida eterna.
No obstante, debemos predicar el evangelio como Jesús lo predicó y mandó a sus discípulos a predicar. Además, debemos bautizar y hacer discípulos para que su mensaje llegue a toda persona. “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;”
(S. Mateo 28:19 RVR1960)
Quedó claro que nadie es Jesús en la tierra, pero que debemos ser imitadores de Él y predicar como él predicó. “Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.”(S. Lucas 9:23 RVR1960) Aquí comienza la preocupación y el descontento de muchas personas con las palabras de Jesús, porque quieren creerle, pero no quieren seguirle. Por esta razón, tampoco siguen y muchos otros no creen lo que escribieron sus propios discípulos, porque no quieren cambiar su manera de vivir.
Yo pienso que ninguno de los discípulos era perfecto, pero murieron por Jesucristo y lo que vieron y escucharon de Él. Entonces, puedes creer o no, en lo que dijeron, pero no juzgues con odio a quienes les creyeron y cambiaron su vida por amor a Jesucristo.
Por último, quiero señalar que Jesús confronta no solo a los religiosos y políticos, sino también a los pecadores. La diferencia es que quienes venían a Él eran perdonados y sanados. Cuando le conocieron no se quedaron igual, fueron transformados. Sus pecados fueron perdonados y sus enfermedades sanadas.
Creo que, además de creer, debemos ser obedientes.
Dicho esto debemos ser honestos con nosotros mismos y hacer una búsqueda en nuestro interior, para saber si estamos dentro de la voluntad de Dios o en la nuestra. Buscar si estamos siendo rebeldes u obedientes. Saber si reconocemos su gracia y también sus mandamientos. “Si me amáis, guardad mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre:” (S. Juan 14:15-16 RVR1960)
Esta búsqueda no es individual, esta búsqueda es acompañada del Espíritu Santo que envió Jesús a aquellos que lo confiesan como Hijo de Dios y Salvador.
Ese Espíritu Santo, junto a las Escrituras, es quien te dice si estás bien o estás en rebeldía. A cada quien se le exige según lo que se le brindó. Si te sientes aludido o tienes un pensamiento recurrente de que algo está mal delante de Dios, pues puede que sea el Espíritu Santo diciéndote que debes trabajar con lo que te provoca sentirte así. Si te molesta algo que dijo el propio Jesús, porque lo dice otra persona, pues quizás es algo que debes trabajar.
No se trata de ir en busca de aceptación a otras personas. Se trata de ser aceptado por Jesús y Él te acepta tal como eres. Después que lo dejas entrar, pues el transforma. Y esa transformación Él sabrá como la logra y cuanto le tome. A Pedro de cobarde lo hizo un valiente. A Pablo de asesino de cristianos a cristiano y predicador de gentiles. Al ladrón que estaba junto a Él, lo transformó de ladrón a hijo. En fin, un encuentro con Jesús transforma. La mayoría de las personas que tuvieron un encuentro real con Él, le creyeron, le siguieron y entonces tuvieron un cambio real.
¡Si creemos y seguimos a Jesús seremos transformados!
¡Dios te bendiga!
A. Lamboy
