Siento que este tiempo no es uno de destrucción, sino que es un tiempo de restauración. Todo lo que esté impidiendo que podamos movernos en el Espíritu Santo, debemos entregarlo y dejar que Dios, a través de su Hijo, nos restaure y nos de una nueva posición.
Jesús dijo muchas cosas sobre el final de los tiempos y la gente las ignora, porque pueden pasar siglos hasta que sea el fin. Pero se olvidan que el final de los tiempos no es el fin. Además, olvidan que el fin de nuestra vida puede llegar antes del fin del mundo. Y la gente sigue comiendo, bebiendo, casándose, trabajando, viajando, visitando y nada de eso es malo, pero nos distrae de lo verdaderamente importante Jesús y nuestra salvación. (Leer Lucas 21:28 RV1960)
No todos, pero muchos no piensan en las cosas que el mismo Jesús dijo a sus discípulos. Solo hablan del amor y eso es bueno, pero los que ya conocemos a Jesús, debemos también obedecer sus mandamientos. Y hay mucha gente con un nuevo “evangelio de amor incondicional”, pero no aman a los que creen en que la fe también trae consigo obediencia y obras. En otras palabras, es cierto que Jesús nos ama incondicionalmente, pero también es cierto que sin arrepentimiento y obediencia no estamos amando a Dios sobre todas las cosas. Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas. (S. Mateo 22:37-40 RVR1960)
“Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar de pie delante del Hijo del Hombre. (Lucas 21:34-36 RV1960)
Por eso llevo varios días con esto en mente.
Tú moriste por mí, hoy yo muero por tí.
Y honestamente, hoy puedo entender más a Pablo cuando dijo: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” (Gálatas 2:20 RVR1960)
¿Estás listo para estar juntamente crucificado con Cristo?
¡Dios te bendiga!
A. Lamboy
