“Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y fue llevado por el Espíritu en el desierto por cuarenta días, siendo tentado por el diablo. Y no comió nada durante esos días, pasados los cuales tuvo hambre.”
Lucas 4:1-2 LBLA
Estos versículos van antes de los versículos donde vemos a Jesús ser tentado y como usando la palabra el contra ataca lo que el diablo le ofrece. Un claro ejemplo de como nuestro conocimiento de la palabra nos ayuda a combatir las tentaciones. Pero hoy quisiera enfocarme en el versículo que va antes.
Leyéndolo esta vez me resalta algo que es como complemento al conocimiento que tenía Jesús de la palabra. Dice la palabra que lleno del Espíritu Santo fue llevado al desierto. La forma en que está escrito se siente como si quisiera enfatizar que estaba lleno del Espíritu Santo. Y cuando pienso en el versículo, tenía que estar lleno y aun así hacerle caso e ir al desierto. Para que en nuestra vida podamos obedecer la voluntad del Padre, la clave puede cuán llenos estemos del Espíritu Santo.
Me puse a pensar y hablo por mí, como muchas veces me levanto y empiezo el día sin buscar salir lleno del Espíritu Santo. Cuando vemos la vida de Jesús, él continuamente oraba y buscaba estar conectado al Padre, y era Jesús. Hoy he podido ver como a veces pensamos que el saber que creemos en Cristo es suficiente. Cuando la verdad esa es la puerta que nos permite entrar en la presencia de Cristo, el resto depende de mi y el esfuerzo que dé en fortalecer mi relación con Cristo.
La vida está llena de tentaciones y de cosas que buscan alejarnos de Cristo, y el Espíritu Santo es lo que nos ayuda a no caer. A lo mejor un día puedes decir que pudiste solo, pero esa tentación no deja de tocar la puerta y ahí es donde la fortaleza espiritual es nuestra ayuda para escapar.
También, la realidad es que para que podamos vivir en la voluntad del Padre, tenemos que procurar estar llenos del Espíritu Santo. De saber reconocer cuando nos habla y al estar llenos, obedecer. Yo creo mucho en que había propósito en cada acción de Jesús, de enseñarnos algo. Y siendo Jesús, él sabía a que vino a la tierra y estaba decidido a hacer la voluntad del Padre y aún así vemos que en momento crucial de su vida se separo y oró. Y nosotros que no sabemos que pasará cada día a veces por el afán de cada mañana no procuramos ir al Padre y llenarnos del Espíritu Santo para que podamos vivir en la voluntad del Padre y tengamos las fuerzas para pasar el día.
Jesús al irse dice la palabra que nos dejó al Espíritu Santo, que sera nuestro consolador y quien nos recordará las enseñanzas de Jesús, que importante es que nos llenemos.
Atte.
Luis
