—¿Pero por qué tuvieron que buscarme? —les preguntó—. ¿No sabían que tengo que estar en la casa de mi Padre?
(Lucas 2:49 NTV)
Cuando José y María no podían encontrar a Jesús estaban preocupados porque no sabían dónde estaba. En ese momento no sabían dónde buscar a Jesús. No tenían un mapa o un GPS conectado con la ubicación exacta de su hijo. Yo también estaría preocupado y nervioso hasta poder ver a mi hijo o hija en un lugar seguro. Cuando lo encontraron imagino la paz que sintieron al ver a Jesús sano y salvo.
De todas maneras le preguntaron, imagino que con desesperación y un poco de coraje: “—Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? —le dijo su madre—. Tu padre y yo hemos estado desesperados buscándote por todas partes.” (Lucas 2:48 NTV) No los juzgo, yo hubiera reaccionado igual o peor. ¿La pregunta es por qué? Bueno, viéndolo espiritualmente, la verdad es que cuando nuestro enfoque pierde de vista a Jesús, porque estamos ocupados en otras cosas como viajes, ventas, compras, fiestas, enfermedades, entre tantas cosas; Jesús va a seguir enfocado en las cosas del Padre. Y cuándo nos damos cuenta de que estamos lejos de Jesús nos desesperamos porque sabemos que es nuestra responsabilidad mantenerlo a nuestro lado. Es nuestro deber tener nuestra mirada puesta en Él y todo lo demás estará bien.
La respuesta de Jesús me parece muy razonable desde el punto de vista espiritual. Primero pregunta y les hace reflexionar: “¿Por qué tuvieron que buscarme?” La respuesta que puedo dar yo, es que perdieron de vista a Jesús y eso trajo desesperación. En la segunda pregunta también está la contestación de dónde poder encontrarlo. “¿No sabían que tengo que estar en la casa de mi Padre?” Jesús sabe que en ocasiones, por estar preocupados en otras cosas que no son los negocios o la voluntad de nuestro Dios, vamos a perder de vista su compañía, su sabiduría y su poder. Por esta razón, Él nos está dejando saber que siempre estará en la casa de su Padre, trabajando en los negocios de su Padre.
A veces en desesperación buscamos a Jesús en todas partes, menos en el lugar donde puede ser encontrado. Ese lugar es la casa de Dios. La iglesia no es perfecta, pero Jesús sí lo es y cuando lo buscamos Él está precisamente sorprendiendo a los sabios y maestros con su sabiduría. Probablemente arreglando lo que está mal y enderezando lo torcido en la iglesia. Ninguno es perfecto, es por eso que necesitamos a Jesús. Hermanos, si de algo estoy seguro es de que cuando encontramos a Jesús y lo hacemos parte de nuestra vida nuestra desesperación se convierte en paz, nuestro llanto, en gozo y nuestra negatividad se convierte en esperanza.
Quiero dar un testimonio breve de cómo Jesús nos recuerda que Él venció al mundo y que con Él todo es posible. En el artículo, ¿Realmente queremos estar con Jesús?, les hablé sobre que a veces nos angustiamos y Jesús nos dice que confiemos en Dios y también en Él. Para confiar en Él debemos enfocarnos en su amor, poder y promesas y entonces veremos su mano obrando a favor de los que creemos en Él. También les comenté acerca de la preocupación que tenía por la necesidad de vender un apartamento en Puerto Rico.
Realmente lo veía difícil, porque todo se complicaba. Por ejemplo, el apartamento tasó menos de lo que pedíamos, lo que ya era por debajo de lo que se debía. También, en el lugar que la compradora escogió eran muy técnicos y pedían los documentos a su manera y no a la manera que las compañías regularmente envían los documentos. Francamente, llegué al punto de decir “ya no puedo más”. “Sí no se vende, pues no se vende, me cansé”.
Para mi sorpresa luego de que reflexioné y escribí ese artículo, las cosas comenzaron a cambiar. Resulta que gracias a esa cooperativa pude resolver situaciones ocultas en oficinas del gobierno y también hubo una persona cercana tanto a mí, como a la compradora que de no ser por él las cosas no hubieran salido del estancamiento en dónde estaban. Hoy quiero testificar que el apartamento se vendió y se vendió razonablemente, mejor de lo que yo hubiera podido hacer. Sinceramente, sé que Dios tomó lugar y obró en favor de todas las partes. Y emocionado puedo testificar que en definitiva para el que cree en Jesús, todas las cosas son posibles.
Hermano si de alguna manera estás en angustia o en desesperación, quizás como a José y María, y quizás como yo, en el caso del apartamento, se te ha perdido Jesús. La buena noticia es que Él nos ha dejado un mapa con su ubicación para que lo podamos encontrar. Las escrituras desde el Génesis hasta el Apocalipsis hablan de Cristo. Fue ahí donde pude nuevamente enfocarme en Jesús y decirle que yo sí creo en Él y confío en Dios. Antes de conocer las escrituras encontré a Jesús en mi hogar con mi abuela y luego en la iglesia donde a través de un mensaje le di mi corazón. Por lo tanto, recuerda que Jesús está en la casa del Padre. ¡Ve por Él! Podrás testificar “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” (FIL. 4:13)
Con amor,
A. Lamboy
