Mateo 6:24
Nueva Versión Internacional
24 »Nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. No se puede servir a la vez a Dios y a las riquezas.
Hoy vi un video de personas de rodillas en las calles clamando a Dios y fui confrontado con una pregunta. ¿Te atreverías a hacer lo mismo? Es una pregunta que parece simple pero encierra tantas cosas.
Voy a hablar de mí con la esperanza de que Dios le hable a alguien. Muchas veces yo he pensado que cosas así son una exageración. Pero pienso eso, porque yo quisiera ser capaz de tener esa entrega y de abrir mi corazón a tal forma que no me importe nada excepto servir a Cristo. Tan cerca como el domingo pasado se hizo un llamado a arrodillarnos como congregación y no pude hacerlo, pero ¿por qué?
Debo decir que en muchas cosas servimos a más de un maestro y no podemos limitar el versículo al dinero o riquezas solamente. Para mí el servir a Cristo muchas veces está en constante lucha con el qué dirán, mi personalidad, mis propias ideas o pensamientos que nos dominan al darles un lugar más alto que Cristo. Los discípulos todo lo que hicieron y pasaron fue porque servían solo a Cristo, no les importaba orar donde fuera, hablar donde quiera, su único propósito era agradar a aquel a quien servían, a Cristo.
Me puse a pensar que los discípulos conocían a Cristo, porque cuando decidieron seguirle dejaron todo. Para que podamos servir a Cristo debemos tener la actitud de dejarlo todo y conocerlo cada día más. No podemos servirle con pasión si solo lo conocemos de domingo y no tenemos una relación con Él.
La palabra es tan clara en decirnos el porqué para que analicemos. No dice que una sea mala en comparación, dice que terminarás amando más a uno que el otro. Esto me dice que debo decidir servir a Cristo con todo mi ser, ponerlo primero en mi vida para que menosprecie otras cosas y le sirva a Cristo con pasión.
Yo decido servir a Cristo y quiero ser capaz de hacer como esa gente que vi en el video. Caer de rodillas y clamar a Dios ante un mundo que a eso le llama ridículo, sé que hoy no estoy ahí, pero quiero llegar. Y lo mejor de todo es que Dios quiere que lleguemos. ¡Tú decides!
¡Dios les bendiga!
Luis