Mas el ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor.
(S. Mateo 28:5-6 RVR1960)
Hoy reflexionamos sobre la resurrección de Cristo. Es importante reconocer que Jesús venció las tentaciones, el rechazo, la humillación, el hambre, la sed, el maltrato, las heridas y la muerte. Asimismo Él nos dejó saber que estaría con nosotros hasta el fin de los tiempos. También nos dejó una esperanza probada. Esa esperanza es que no importa la situación, cuando Jesús está en nuestra vida venceremos. “pues el Padre mismo os ama, porque vosotros me habéis amado, y habéis creído que yo salí de Dios. Salí del Padre, y he venido al mundo; otra vez dejo el mundo, y voy al Padre. He aquí la hora viene, y ha venido ya, en que seréis esparcidos cada uno por su lado, y me dejaréis solo; mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” (S. Juan 16:27-28, 32-33 RVR1960)
Que maravilloso es nuestro Señor que nos amó tanto que dio su vida para que no fuéramos nosotros los condenados. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.” (S. Juan 3:16-18 RVR1960)
Él, con su sacrificio y resurrección, prendió una luz brillante para que todos lo conocieran y creyeran en Él y fueran salvos, no condenados a muerte. “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.” (Apocalipsis 3:21 RVR1960) Hermanos, cuando creemos en Jesús hay arrepentimiento y perdón de nuestros pecados. Así también morimos al propósito del enemigo y resucitamos el propósito de nuestro Señor para nuestra vida como hijos y siervos de Dios. ¡Cuando creemos, hay restauración!
Qué buena noticia, ¡Jesús vive!
Y nosotros como Él también viviremos y veremos al Padre. Solo tenemos que creer y buscarle y estoy seguro de que Él saldrá a nuestro encuentro. ¡No tengamos temor! Abramos nuestros ojos y oídos, para que podamos reconocer que nos está hablando.
Que la paz de Dios esté con nosotros y que nuestra fe siga aumentando, la esperanza trabajando y el amor salvando.
Nota importante: Hoy mi hija Alina abrió sus ojos, oídos y corazón a Jesús y su nombre está escrito en el libro de la vida. ¡Gloria a Dios por eso!
Con amor,
A. Lamboy
