“Jacob se quedó solo, y un hombre luchó con él hasta rayar el alba. Cuando vio que no había prevalecido contra Jacob, lo tocó en la coyuntura del muslo, y se dislocó la coyuntura del muslo de Jacob mientras luchaba con él. Entonces el hombre dijo: Suéltame porque raya el alba. Pero Jacob respondió: No te soltaré si no me bendices. Y él le dijo: ¿Cómo te llamas? Y él respondió: Jacob. Y el hombre dijo: Ya no será tu nombre Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres, y has prevalecido.”
Génesis 32:24-28 LBLA
Hoy estaba entrando a la iglesia y sentí como el Señor me animaba a que fuera con una actitud diferente. Luego de ir a la iglesia con el cansancio de la rutina y del desánimo, Dios me acordó de Jacob y de como el luchó y logro obtener la bendición. El Señor me llevó a analizarme y pensar en cuál era mi actitud al venir a la iglesia. Si iba en la actitud de pelear por salir nuevo o si venía pretendiendo que solo por estar allí Dios me sanará o me hablará. Y me llevó a este conocido pasaje donde Jacob luchó hasta que recibió la bendición.
¿Y qué tendrá esto que ver con el ir a la iglesia? No solo es una enseñanza para la iglesia sino para todo en la vida cristiana. Se trata de la actitud. Dice el versículo que Jacob luchó hasta el alba, o sea que se tardó luchando con el hombre. Eso me habla de que Jacob estaba en una lucha intensa y su actitud fue de seguir hasta que recibiera algo de Dios. Lo más seguro hoy no luchamos con un hombre literalmente por horas continuas, pero si podemos estar luchando con pensamientos, desánimo, malos hábitos, y otras cosas que son luchas que podemos tener por largo tiempo. Y en esos momentos donde las cosas no van como queremos o estamos en una lucha intensa en vez de aferrarnos a Dios y pelear por la bendicion, nos rendimos y nos alejamos o perdemos la fe.
Y esas luchas pueden influir en donde está nuestra relación con Dios. Pienso que Jacob pudo dejar de pelear y el enemigo barrer con él, pero el siguió haciéndole la pelea difícil hasta que el hombre con el cual luchaba tuvo que preguntarle su nombre y finalmente le dio la bendición. No podemos dejar que las situaciones nos den y hagan lo que quieran de nosotros. El pelear y aferrarnos a Dios puede ser la bendición de sentir paz aun en las dificultades.
Me llamó la atención que dice el versículo que cuando vio que no ganaba le lastimó el muslo y aún así le decía a Jacob que lo soltara. Así mismo cuando a pesar de todo nos arrodillamos a buscar de Dios esas luchas buscan lastimarte más, pero aferrados a Cristo se tendrá que ir y recibiremos la bendición.
El mensaje principal que yo recibí de Dios no es necesariamente la parte de la bendición sino mantener una actitud de luchar contra todo solo por obtener la bendición de vivir al agrado de Dios. El aferrarnos a la fe y pensar que no importa lo que veamos podemos seguir en pie de lucha mediante la oración y una vida de adoración a Dios, porque sea lo que sea que pase, tendremos paz en estar en la presencia de Dios. Cuando nos aferramos a Cristo lo adoramos y lo buscamos y recibimos una paz espiritual donde a lo mejor las situaciones siguen, pero no enfrentan a la misma persona, sino que enfrentan a un hombre renovado por Cristo.
Es difícil y nos cuesta, pero tenemos que vivir en constante búsqueda y adorar a Dios no por otra cosa que lo que ya Él es y lo que ya hizo. El desánimo viene cuando ponemos nuestros deseos delante de la voluntad de Dios y cuando no se cumplen dejamos de luchar por lograr una vida de cercanía con Dios. Por eso hoy es mi oración que me aferre a las promesas escritas y que pueda aunque herido seguir de pie adorando a Dios hasta que alcance su bendición, que simplemente es su voluntad en mi vida.
¡Dios les bendiga!
Luis
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