Por tanto, así dijo Jehová: Si te convirtieres, yo te restauraré, y delante de mí estarás; y si entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos. Y te pondré en este pueblo por muro fortificado de bronce, y pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo para guardarte y para defenderte, dice Jehová. Y te libraré de la mano de los malos, y te redimiré de la mano de los fuertes.
(Jeremías 15:19-21 RVR1960)
¿Cuántas veces hemos sentido que algo nos falta? ¿Cuántas veces hemos reflexionado acerca de hacía dónde nos dirigimos como pueblo? Yo sí lo he hecho, y me parece que somos como el pueblo de Judá. Estamos alejándonos de nuestra responsabilidad por medio de nuestra propia vagancia y silencio ante el aumento de la desobediencia y la maldad. Aún nuestra propia maldad es testigo contra nosotros ante Dios. Y quizás Dios está cansado de que nos alejemos de lo que Él declaró que era bueno.
Y sé que muchos en algún momento hemos pensado y hasta declarado que Dios nos ama y nos perdona. Y aunque es cierto, también nos preguntamos: Entonces, ¿cómo es posible que deje que nos pase tanto mal? Perdonen que responda con otra pregunta. ¿Cuántos de nosotros amamos a nuestros hijos y aún así nos cansamos de repetir lo que es mejor para ellos física, mental y espiritualmente? ¿Por qué aún cuando seguimos instruyéndolos, muchos de nuestros hijos, teniendo nuestro amor y cuidado, sufren las consecuencias de su desobediencia?
Asimismo, nosotros como hijos desobedientes sufrimos el coraje y cansancio de nuestro padre. Lo importante es saber que así como un padre terrenal, su coraje y cansancio no duran para siempre. Por ejemplo: si cuando mi hija hace algo que está prohibido y la descubro o me lo confiesa, aún en medio del coraje, cansancio o desilusión, mi amor sigue siendo el mismo, cuánto más vuestro Padre, que está en los cielos y que envió a su único hijo para darnos salvación nos ama a nosotros.
Hay veces que oramos, ofrendamos, ayunamos y aún así seguimos sintiendo culpa o el enojo de nuestro Padre. A veces hacemos más caso a predicadores y profetas que lo que está escrito en la Biblia. A veces escogemos las palabras que nos gustan de Jesús, pero rechazamos otras porque supuestamente son viejas o no nos aplican a nosotros porque ya lo aceptamos como Salvador. Pero hay que dejar claro que sí aceptamos a Jesús como nuestro Salvador, pues aceptamos todo de Él.
No podemos escoger que aplica o no a nosotros, porque el evangelio es para todos. Así que nos aplica a todos seguir lo que Jesús todavía hoy sigue instruyendo a su Pueblo. Y la razón principal es que no quiere que ninguno se pierda, así como un padre no quiere que a su hijo le vaya mal en su vida o muera en un accidente. Asimismo Dios nos quiere instruir para que nos vaya bien y podamos vivir eternamente junto a Él.
Yo he estado cansado e indignado por las cosas que veo, leo y escucho de nuestros líderes políticos, religiosos y aún entre mis propios hermanos. Pero Dios me animó a reconocer mi responsabilidad en medio de esta generación. Me ayudó a aceptar que debo ser obediente. También me ayudó a entender los versículos antes expuestos escritos por Jeremías.
Sí cambiamos verdaderamente nuestra desobediencia y hacemos lo que Dios quiere que hagamos . Él nos arreglará, moldeará y devolverá al estado principal en el cual y por el cual fuimos creados. Eso nos devolverá el valor y la estimación pérdida por la desobediencia ante Dios. Y entonces nos pondrá adelante y Él estará detrás de nosotros cuidando, protegiéndonos del enemigo y apoyándonos en todo lo que hagamos por Él y para Él. Sí sacamos lo bueno de lo malo, lo lindo de lo feo y la luz de la oscuridad, podremos ser su voz.
Dios nos está instruyendo a hacer que la gente cambie por nosotros, y que nosotros no cambiemos por la gente, las leyes, la política y todo lo demás. Dios nos pide, pero si le obedecemos nos promete que seremos un muro fortificado para el pueblo. Y aunque nos advierte que tendremos enemigos peleando contra nosotros, por ser obedientes a Él, no nos vencerán, porque Dios estará con nosotros para cuidarnos y defendernos.
Reconocer a Jesús como Salvador implica cambio y restauración. Lo que también implica volver a nuestro propósito y valor por el cual fuimos creados. Sigamos lo escrito por Jeremías y reafirmado por Jesús. ¡Cambiemos nuestra voluntad por la voluntad de Dios y seamos restaurados!
Con amor,
A Lamboy
